
Cualquier persona que lea ahora un artículo de este periódico publicado hace año y medio, en medio de toda la vorágine de la abdicación de Don Juan Carlos, pensaría que la periodista no se entera. Independientemente del «relevo generacional» que el propio Don Juan Carlos presentó como motivo principal de su decisión, su sufrido estado de salud era uno de los subyacientes, según pudo saber LA RAZÓN. Y las últimas novedades del Rey Emérito, a día de hoy, es que ha competido en una regata en Sangenjo y se está preparando para la próxima.
«Estoy divinamente», aseguró en una entrevista concedida a Carlos Herrera a la vuelta del verano. «Con más tiempo para ver amigos y a tanta gente para la que antes no tenía tiempo». Según informan fuentes cercanas, el padre de Felipe VI, los días antes de pronunciar estas palabras había estado en Indonesia, disfrutando de sus vacaciones y alejado de los focos. Es lo que tiene ser un Rey «jubilado»: mientras no utilice servicios públicos para fines privados, dónde vaya o lo que haga es asunto suyo. Así le hemos visto en la República Dominicana visitando a su amigo Alfonso Fanjul, en Beverly Hills despidiendo el año el pasado mes de diciembre o en Abu Dhabi para apoyar a Fernando Alonso en las carreras de Fómula 1. Otra cosa es que resulte impactante ver a una persona de 77 años sin detener el timón (ha dado casi tres vueltas al mundo entre viajes públicos y privados) y disfrutando de su tiempo libre, como ya dejó claro el año pasado tras visitar las bodegas Marqués de Murrieta en La Rioja. «No os echo nada de menos», bromeó.