
Cuando un cazador español quiere perderse en los Cárpatos rumanos para volverse con el rebeco de mayor cuerna del mundo, o abatir un buen ciervo rojo, sabe qué nombre buscar en su agenda de teléfonos: Arpad Sarkany. Este ingeniero de montes nacido en Rumanía es uno de los organizadores de cacerías más famosos del mundo, al que acuden los monteros de mayor prestigio y nombre.
Este mes es el pistoletazo de salida de la época de caza en España, concretamente es mes de monterías, de la sinfonía de la berrea, de las realas entrenadas por los perreros para recorrerse montes y cordilleras en busca de la mejor presa. Pero no todo se desarrolla en terreno ibérico.
Máxima discreción
Sarkany, hijo de un ministro bajo presidencia de Nicolae Ceaucescu, estudió en la prestigiosa universidad de Brasov y desde muy pequeño supo qué estudiaría: «Toda mi familia tiene una gran tradición en gestión de bosques», explica. «Durante una época mi padre fue director general en Transilvania de gestión estatal de bosques cinegéticos». Cuando se produjo el cambio de régimen, el joven rumano, con su apoyo, decidió fundar Abies-Hunting. En el primer año, facturó 10.000 marcos alemanes de entonces, porque los germanos eran sus principales clientes. Sarkany fue el primer «broker» de caza que inculcó a los españoles la idea romántica de la caza, de aquellos que pueden caminar desde 20 kilómetros a los que haga falta para recechar un animal. Antes de que empezara la reciente coyuntura económica en España, llegó a facturar 18 millones de euros. «Hubo una bajada cuando empezó la crisis, pero ahora hemos vuelto a percibir una mejoría. Se nota que vuelve a haber dinero», asegura.
Nunca hablará de sus clientes. Sabe que la práctica cinegética rebosa crítica y polémica, y sabe que los cazadores quieren mantenerse en el anonimato, sobre todo si son conocidos. La discreción de Sarkany llega a tal punto que no hay fotos de los cazadores colgadas cual «trofeo» en los alojamientos de que dispone para sus huéspedes. Y lo explica así: «Como un buen ginecólogo, nosotros no hablamos de las intimidades de nadie».