
Máxim es de esas personas que tienen los pies en la tierra. Habla claro y no se anda con chiquitas: «Me gusta disfrutar de la comida, no tanto de la cocina», dice. Tras dejar la televisión ahora dedica su tiempo a leer y escribir; de hecho, en este momento se encuentra de promoción de su nueva novela, «No me dejes» (Espasa), en la que arroja una interesante mirada al drama de la inmigración, tanto de la que en los años 60 se exilió a París como de la situación actual que acapara a diario las primeras páginas de los periódicos. «En esta obra hablo de escapar, de huir, de dejar una casa, una familia o un amor. Todos guardamos secretos y jamás llegamos a conocer del todo a los que nos rodean», asegura. Lo que sí saben de él quienes le conocen es que lo suyo con la cocina no es una relación demasiado estrecha. Huerta reconoce que, como vive solo, «al final acabo preparando platos muy sencillos y rápidos»; además, si tiene el frigorífico con pocos recursos, disfruta bajando a comer el menú del día de algún local del barrio. «Conozco los mejores menús baratos de mi zona. Allí suelo comer solo o en compañía de un libro o del móvil. Son parejas que dan buena conversación», afirma el escritor.
Y es de las personas que cuidan su alimentación, pero no sólo por mantener el tipo, sino porque, según explica, padece diverticulitis y hernia de hiato. «Esto me limita mucho. A cada sitio que voy me veo obligado a preguntar y pedir que me quiten la cebolla o que me cocinen sin ajo. No digiero bien ninguna de las dos, tampoco el arroz... ¡Qué pena, con lo que me gusta todo lo prohibido!», dice. Aun así, saliva explicando cuáles son sus platos favoritos, pueda o no pueda comerlos. Le vuelven locos los crêpes, será por su devoción francesa, y la comida japonesa, «mientras que en casa soy más de comidas caseras sacadas de recetas que se han cocinado siempre en mi familia. Todas son cosas muy normales, como, por ejemplo, el revuelto de calabacín, las cremas, las albóndigas, el pollo con manzana, la sopa de caldo de jamón, huevo, verduras», explica, al tiempo que se vuelve nostálgico recordando cuando podía comer de todo. «Moría por el ajoarriero, las morcillas, los arroces, el gazpacho manchego, las fritangas y el potaje, mmmm», describe.
Además de con el móvil y un libro, a Máxim también le gusta disfrutar de una buena sobremesa con amigos y familiares, pero no piensen que se pasa toda la tarde cocinando, es más del «take away». «Mira, cuando vienen a casa pido comida para disfrutar más de la conversación. Cocinar y beber vino con amigos me parece más de películas que de la realidad», dice. Pues eso, Máxim un hombre con los pies en la tierra.
Su Selfiereceta
Solomillo de cerdo en escabeche
Ingredientes:
-Un solomillo de cerdo en rodajas no muy finas.-Vinagre-Aceite-Cebolla-Ajos-Zanahoria-Laurel, pimienta molida y clavo
Elaboración: Ponemos en la cazuela el solomillo con un poco de agua, el aceite, el vinagre, la cebolla muy fina, zanahoria en rodajas, dos ajos y dos hojas de laurel y pimentón. Lo hervimos a fuego lento y ¡voilà! Consejo: es mejor servirlo frío.