
Marío Vargas Llosa tiene claro que Isabel Preysler es la mujer con la que quiere pasar el resto de su vida. Posiblemente llevaba esperando treinta años a que el viento soplase a su favor y que pudiera ser realidad, que es algo muy propio del mundo fabulado de un escritor. Su matrimonio con Patricia lleva roto desde mucho antes de «celebrar» juntos los 50 años de casados en Nueva York. La aún esposa del Nobel enviaba un comunicado erróneo, motivado más por el despecho que por la realidad, en el que parecía que esa reunión familiar era un cónclave de alegría por llegar a las bodas de oro. Sí, era una reunión pero no para conmemorar la unión del matrimonio; todos los implicados directos, los tres hijos, sabían que aquello estaba roto y que él estaba enamorado hasta las trancas de Isabel Preysler.