
La finca Pascualete, propiedad de Aline Griffith, condesa de Romanones ha sido conocida históricamente por ser un distinguido punto de encuentro para grandes figuras del panorama internacional. Ava Gardner, Audrey Hepburn, la duquesa de Alba, Franco y hasta Lola Flores disfrutaron en numerosas ocasiones de unos reconfortantes días de campo en el palacete que preside las cerca de 4.000 hectáreas que la familia Figueroa posee a unos 15 km de Trujillo (Cáceres).
Lugar de recreo y ocio desde sus inicios, esta finca se convirtió durante la Transición en un retiro de paz para los grandes amigos del matrimonio Figueroa-Griffith. Ahora, varias décadas después, Pascualete se ha reconvertido en una nueva fuente de orgullo para la familia. Además de sus famosas monterías, los gestores de la finca han conseguido desarrollar con éxito otra de sus facetas más características: la ganadera.
Desde que visitara la finca por primera vez en 1950, la condesa, enamorada del entorno, se empeñó en devolverle el encanto a este palacete abandonado por sus dueños, antepasados de su marido, desde hacía más de 150 años. «Cuando mi abuela llegó aquí –explica Juan Figueroa a este diario– estaba todo abandonado, con todos los muebles guardados».
Desde entonces, siempre ha trabajado en su reconstrucción. «Ha dedicado toda su vida a ir mejorando la casa poco a poco, invirtiendo cada año en arreglar cosas como la electricidad o los muebles hasta lograr el aspecto que tiene ahora», confiesa su nieto.
En esta línea de dedicación a Pascualete, la condesa hace menos de una década, encargó a su nieto Juan la gestión de toda la parte ganadera de la finca. El objetivo: que fuera capaz de mantenerse sin apoyo económico exterior.