
«Todos poetas los del 56», rezaba un estribillo de una canción de Miguel Bosé. Ahora, a punto de cumplir los sesenta en abril, continúa con esa actividad frenética que le ha caracterizado, pero, sobre todo, fuera de España. Aquí, en su país, los negocios no le van tan bien como él quisiera, de ahí que haya decidido poner a la venta una parte de la colección de cerámicas que le regaló Pablo Picasso, amigo de la familia (y por la que ha obtenido una jugosa cantidad). Su crisis económica (varios negocios fallidos y unas cuentas bancarias que merman) coincide con una necesidad de conseguir cada vez mayor privacidad. Panamá le ofrecía aquello que España le hurtaba y allí decidió montar su nueva residencia en una de las zonas más elitistas de la ciudad, un barrio exclusivo en donde sus vecinos le ven con frecuencia.