
El 10 de abril es un día especial para Eduardo Dávila Miura, matador de toros retirado y reaparecido fugazmente en La Maestranza. Ese día, en 1997, tomó la alternativa en la primera plaza del mundo (¿hay otra?) con el trianero Emilio Muñoz como padrino y Víctor Puerto por testigo. Quiso calzarse de nuevo la montera hace un año para lidiar la corrida que cada Domingo de Feria envía al coso del Baratillo la ganadería de sus tíos. Se cumplían las bodas de platino de la «miurada» en Sevilla y el maestro envió «una carta a la Casa Real para invitar a Felipe VI, que fue declinada por motivos de agenda». El monarca, sin embargo, le «debió tomar la matrícula» porque «pocos meses después, Su Majestad quiso ir al primer festejo de San Isidro desde su coronación y me llamaron para que lo acompañase al palco de Las Ventas».