
Está en el Palacio de la Zarzuela. Allí, en un espacio que ha hecho suyo, lejos de ojos ajenos, hace su vida Doña Sofía, la Reina emérita. Allí pasa lo días. Es base de operaciones. En 2014 dejó el trono y hoy su actividad se ha reducido considerablemente, incluso llama la atención la escasa actividad que tiene. Sus salidas a actos públicos son menos frecuente cada vez; sin embargo, sigue conservando ese fervor popular que la ha hecho uno de los miembros más queridos de la Familia Real. Sobre la soberana, sobre sus gustos, sus silencios, pocos, muy pocos saben de verdad. Con ella sucede que estamos acostumbrados a verla, pero poco, muy poco sabemos de Doña Sofía. Varias biografías se han encargado de retratarla desde su cuna, cómo fue su vida en Grecia, su relación con sus hermanos, sus estudios, pero quienes la conocen bien aseguran que apenas es una fachada que oculta los sentimientos de una mujer real.
Cuando Juan Carlos Pérez de la Fuente tomó el mando del Teatro Español tenía claro que entre sus objetivos estaba el dedicar un espacio teatral a mujeres que han sido importantes en la historia de España. ¿Por qué no empezar con la soberana, hoy emérita? El encargo al dramaturgo Ignacio García May no se hizo esperar y se decidió que ella fuera la primera mujer de ese ciclo en subir a escena. Distintas obras teatrales sobre la Familia Real –con mejor o peor fortuna– se han podido ver en teatro, pero ninguna que se centre en esta mujer y que la mire de frente, que la deje hablar.