
De entrada, mi respeto a su autoconvencionalismo y valentía deshaciendo una, parece que asfixiante, unión conyugal de medio siglo. Se necesitan agallas para emocionarse con 80 años revitalizantes. Isabel siempre ha ido de bombazo en bombazo. Sus amores nunca han sido frívolo petardeo, aunque hayan parecido oportunistas. De todo hubo, pero medido, controlado y calculado. La cabeza imponiéndose al corazón desde que, muy joven y recién llegada de Filipinas, se casó embarazada por Julio. Por eso Chábeli nació en Lisboa, quitando a Preysler de en medio para no avergonzar a la burguesa familia Iglesias. Charo de la Cueva nunca perdonó tal maña considerada ligereza. No la disculpó ni por joven, tachándola de «seductora infame» en vez de incauta seducida. Fue cuando la mamá de Julio despectivamente la bautizó «la china».