
Las redes sociales pueden servir de mucho o de nada. Todos y todas conocemos WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Tinder, Snapchat... También creemos conocer su funcionamiento. Parece fácil. Subimos una foto a Instagram y esperamos el torrente de "Me gustas", oleadas de comentarios y más seguidoras y seguidores. Hoy en día las relaciones sociales giran en torno al número de fotos que colguemos, la cantidad de tweets y menciones que incluyamos en nuestra cuenta, los "followers" y otros tantos complementos que sólo nos aportan las redes sociales. En ellas esperamos comentarios que nos alaguen, o que den a entender lo bien que lo estamos pasando, lo bonito que es el lugar en el que estamos o lo apetecible que parece el café del Starbucks. Eso sí, siempre y cuando sean de amigos y amigas, gente que conocemos o que, al menos, está entre nuestros contactos relativamente cercanos.
Sin embargo, en el inmenso océano que supone el mundo de las redes sociales, también podemos encontrarnos con situaciones, fotos y momentos comprometedores. Por poner un ejemplo: una noche de fiesta, vuelan los móviles, los flashes y las fotos. En ese momento no eres consciente de las caras o las posturas que estás adoptando. Al día siguiente te despiertas, ves el WhatsApp, visitas Facebook, miras Snapchat y... Que cada persona saque sus propias conclusiones.
En el caso que estamos presentando no hay fiestas ni cafés ni vacaciones de por medio, hay, simplemente, imitaciones. ¿Por parte de quién? De un padre. Sí, un padre. El típico padre que imita las fotos que sube su hija en su cuenta de Instagram. ¡El padre típico de toda la vida! Este último fenómeno viral en Internet pone en cuestión la autoridad que puede presentar este padre en casos en los que tenga que hacer uso de ella. ¿Y si la chica llega con unas cuantas suspensas a casa? Si su padre le echa la bronca, la hija sólo tiene que enseñar ese conjunto de fotos en las que la imita. Temas familiares aparte, lo que está claro es que en las redes sociales podemos encontrarnos ante cualquier situación que nos haga recapacitar. Primero fueron los vídeos de gatos en Youtube, luego los de golpes y caídas graciosas, ahora esto... ¿Qué será lo próximo?