
El vermú pide paso ante la ideología dominante del líquido rubio. Se percibe el agotamiento del sistema partidista, vino o cerveza. Hay nuevos patrones. Existen indicios de que las nuevas generaciones van a ofrecer al vermú una segunda oportunidad.
Pasó por las barras, sin pena ni gloria, tiempos de vacío y olvido. Algunos hosteleros resistieron en solitario a las modas. Los clientes han arropado esta decisión y cada vez solicitan más vermú. Un aperitivo por resucitar...
El vermú reinaba durante la segunda mitad del siglo pasado. Entre el olvido y la leyenda. Privado de un lugar a la altura de su significado histórico vuelve a latir. Se debatía entre el aficionado idealista, nostálgico y el cliente pragmático. De repente ha irrumpido en escena dispuesto a conquistar los corazones de los nuevos clientes.
Largas jornadas matutinas, reuniones dominicales interminables, numerosas horas al pie del cañón. La agenda del vermú puede ser muy apretada.
Entre el vermú y el aperitivo parece latir una tácita sintonía estratégica basada en el respeto a las reglas. Existe cierta unanimidad en las previsiones acerca que el vermú volverá a ser una bebida de referencia en el futuro ciclo hostelero, similar a la revolución del «gin-tonic». El tiempo dirá. Volátil o imprevisible el gusto del cliente.