
Mientras que Doña Sofía asistía en Roma a la cena que el embajador español ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Saénz de Buruaga, ofrecía a la delegación española que había participado por la tarde en la ceremonia de canonización de la Madre Teresa de Calcuta, que la Reina emérita encabezaba, el Rey Felipe y su esposa también cenaban, pero en Madrid y en privado, con una pareja de amigos. Dado el calor que hacía el sábado en la capital, decidieron quedar tarde por una zona cercana al palacio de La Zarzuela. El barrio más próximo, exceptuando El Pardo, es Argüelles-Moncloa. Y hasta allí se fueron conduciendo su coche y con una escolta muy discreta; nada de perros olisqueando bolsos y esquinas o policías saliendo del subsuelo.
Pasada la medianoche se acercaron a un pub de los de toda la vida, esos con sillones de escay, barra de madera y camareros que hablan de usted. El bar Charing Cross en Pintor Rosales, 32, fue el escogido. Quizá por el sofoco que hacía o para evitar llamar la atención prefirieron quedarse dentro del local, donde eran los únicos clientes.