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«El espíritu de Rocío Jurado se sigue notando en Chipiona a los diez años de su muerte. Los lugareños que asistieron ayer por la tarde a la procesión de la Virgen de Regla, por la que «la más grande» profesaba gran devoción, están convencidos de que «si Rocío estuviera viva, no permitiría los enfrentamientos familiares». La cantante no fallaba ni un solo año a la procesión, que presenciaba desde su casa, bautizada como «Mi abuela Rocío», rodeada de los suyos. Hoy todo es distinto y el «clan de Chipiona», comandado por Amador Mohedano, no quiere saber nada de la hija mayor de la Jurado, la recién casada Rocío Carrasco. Por eso, ayer ni se esperaba ni se quería la presencia de Rociíto en la casa que hoy pertenece a Gloria Mohedano y su marido José Antonio.Éste último declaró a LA RAZÓN que «nuestra casa está abierta a toda la familia y vendrá al balcón quien quiera venir, aunque si viene Rosa no creo que aparezca su ex marido Amador. Sería un poco violento, ¿no? Pero eso depende de ellos. Hemos invitado a quienes teníamos que invitar y quien no ha recibido esa invitación es muy consciente de ello. Esta casa es de todos los que quieran que lo sea». Parece una clara referencia a su sobrina Rociíto, que ni les tiene en cuenta ni les convocó a su boda.
A las siete de la tarde la procesión de la Virgen pasaba por delante de la casa. En el balcón de los Mohedano se encontraban Gloria, su marido José Antonio, Gloria Camila y su novio, Kiko, Ro y David, hijos de Rociíto, Kisco, amigo íntimo de Amador, Rosa Benito y sus dos hijos. No fue José Fernando, que se quedó en Madrid siguiendo el tratamiento de desintoxicación contra su adicción a las drogas. Sí sorprendió, en cambio, la ausencia de José Ortega Cano, habitual en años anteriores, y la de Amador Mohedano, que prefirió no coincidir con su ex mujer, Rosa, y siguió la procesión desde otro lugar. Gloria Camila dejó patente que «si mi madre viviera, no permitiría ciertas cosas». Y cuando se le cuestionó su opinión sobre la boda de su hermana el día anterior se limitó a reír, contestando con un irónico «vivan los novios». Es paradójico que Ro y David no fueron a la boda de su madre y sí a la procesión a la que siempre asistía su abuela. Les recogió José Antonio en la estación, procedentes de Málaga. Ro vive con su padre y llama mamá a Olga, la esposa de Antonio David Flores, el ex de la Carrasco. Su hermano David incluso estaría dispuesto, según ha dicho su padre, a irse a vivir con él en cuanto cumpla los dieciocho, para los que apenas le faltan unos meses. Alguien dijo anoche que «la actitud de los dos jóvenes supone un guantazo a su madre».
Por su parte, Rosa Benito nos confesaba a media tarde que no falta nunca a esta procesión: «Hice una promesa hace años y la sigo cumpliendo», declaró. «¿Ver a mi ex marido? Es algo que no me preocupa. Yo a quien quiero ver es a la Virgen», agregó. Dicen que no asistió ayer a la boda de su sobrina por «presiones familiares» y que recibió una llamada poco antes de desplazarse a la finca donde se celebraría la ceremonia recomendándole que no fuera. Tanto es así que le habrían puesto en la disyuntiva de elegir entre ir al enlace o aparecer por Chipiona.