
Enclavado entre las muy prósperas localidades de Mairena y Tomares, San Juan de Aznalfarache es el último reducto proletario del Aljarafe, la comarca que contempla Sevilla asomada a un balcón y que se ha convertido en el principal desahogo residencial de la capital hispalense. Así es desde poco después de que naciera allí Verónica Pérez Fernández (1978), hija de un cartero militante del PSOE que echó los dientes en la agrupación local, a cuyas reuniones iba de la mano de su padre para ayudar al secretario a levantar acta. Desde aquellas notas infantiles a su célebre pronunciamiento en la puerta de la sede de Ferraz, «la única autoridad soy yo», la ascensión ha sido meteórica.