
El embajador de EE UU en España, James Costos, no ha hecho carrera diplomática, tampoco las oposiciones para acceder a ella y, sin embargo, lleva desde 2013 al frente de la embajada situada en la céntrica calle Serrano, en Madrid, como representante en España y Andorra. Al preguntarle que cómo acabó aquí reconoce a «Vanity Fair» que es porque «Michael (su pareja) y yo llevamos viniendo a Mallorca 12 años. Y esa conexión con España se habló con Obama, así que fuimos muy afortunados de que el presidente nos enviara a Madrid». Así de simple, sin conocimientos de política exterior y sin una frase profunda en castellano. De hecho, su llegada fue ya muy sonada, con un original vídeo (Costos era el vicepresidente de Licencias y Comercio de la cadena estadounidense NBC) con todos los tópicos de España en menos de dos minutos. En su carta de presentación con un «¡hola!» pronunciado con el típico acento americano se intercambiaban secuencias de la pareja dando un paseo o del perro que se iban a traer a Madrid, con una flamenca bailando, una paella...
Durante su tiempo al frente de la Embajada, no ha logrado la esperada visita oficial del presidente de EE UU, y eso que el matrimonio Obama es amigo personal de la pareja formada por Costos y el decorador. Su antecesor, sin embargo, organizó una al más alto nivel entre la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, y las autoridades españolas. Su país lidera una coalición internacional en contra de los yihadistas del Estado Islámico en Siria e Irak, Bruselas y Washington intentan cerrar un acuerdo comercial histórico, el TTIP, pero si se hace una búsqueda de Costos, los titulares son de las fiestas que organiza o de lo bien que está decorada la embajada. Según personas cercanas a Serrano 75, desde su equipo frenan sus apariciones en la Prensa y sus intervenciones sobre temas peliagudos porque no le ven preparado. A lo que sí se presta y le prestan es a hablar sobre su estilo de vida. En una entrevista con «Vanity Fair» en la que la se incidía en que «el embajador y su pareja, Michael Smith, nos abren por primera vez la parte más privada de su residencia para mostrarnos su increíble colección de arte», Costos se muestra encantado con España y aseguraba que «hay tanto que descubrir aquí. Hemos visitado unas 15 provincias. Mi última excursión fue a Cáceres, comí en un restaurante increíble».
Un cineasta para el 4 de julio
Costos se siente más cómodo charlando sobre gastronomía, decoración, su amor por su pareja o sus perros adoptados que cuando entra en asuntos comprometidos. Medios serios como «Jot Down Magazine» se quejaban el sábado a través de Twitter: «Meses intentando entrevistar al embajador de EE UU y los que lo consiguen le hacen estas preguntas», junto a un pantallazo de la octava de «El Mundo» sobre qué político español le gustaría que fuera gay y qué le parecía la coleta de Pablo Iglesias. «Pienso que es muy atractiva», respondió. Si bien es cierto que entre dos países aliados como los nuestros no tiene por qué hacer falta un diplomático con solera sino más bien un hombre de negocios, también lo es que las hemerotecas relacionan más el apellido Costos con las socialités que con analistas de la actualidad. «La fiesta yankee del embajador que nadie se quiso perder», titulaba «Vanitatis» su crónica sobre la Fiesta del Día de la Independencia. Y es que lo que más son Costos y su pareja es anfitriones . En un reportaje para LOC sobre arte, «Así es la casa de James Costos», se exponía que «a pesar de que lleva la voz cantante en el plano diplomático, Smith es el que adereza la parte personal y el más interesado en lo referente a la vida de corte».