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Rolls-Royce, viajar como la reina de Inglaterra

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LA RAZÓN fue el único medio de comunicación español invitado a Cerdeña a vivir la experiencia de conducir los Rolls Royce Phantom, Ghost y Wraith por la isla italiana con motivo de la tienda efímera que abren durante el verano en Porto Cervo. Estos coches se pueden hacer a medida con el asesoramiento del sastre inglés Timothy Everest. ¿Que uno quiere la carrocería del color de sus labios o la Vía Láctea en el techo del coche? No hay problema, su excentricidad será realizada; sólo es cuestión de dinero.

En el mismo lugar donde vive la última maestra de bisso, Chiara Vigo, una mujer que viste de negro, le canta al mar e hila con filamentos de bisso –unos pelillos que segrega una especie de mejillón gigante llamado pinna nobilis–, hay también un local llamado Billionaire, por el que han pasado Cristiano Ronaldo, Iniesta, Cannavaro, Leonardo Di Caprio y Naomi Campbel. Este paraíso de futbolistas y modelos comenzó pidiendo casi 2.000 euros por el derecho a sentarse en una mesa, pero ahora puede acceder cualquiera dispuesto a pagar 40 euros por una copa. Billionaire, que tiene un cuarto vip en el que pincha Paris Hilton, está en un pueblecito artificial llamado Poltu Quatu, que nació al amparo del Agha Khan en 1987, quizás inspirado por la obra de Alfonso Hohenlohe en Marbella. El lugar es la isla italiana de Cerdeña, con un norte y un sur bien diferenciados; como hermanos de distinto padre.

En Costa Esmeralda ingresa una cantidad generosa de dinero gracias a los veraneantes pudientes que se pasean o navegan por allí y que beneficia al resto de la isla; lo que posiblemente haya causado el efecto contrario fue el «bunga-bunga» celebrado en la mansión sarda de Berlusconi.

El lugar más conocido de Costa Esmeralda es Porto Cervoun, paraje verde idílico, con playas a las que es más fácil acceder en barco que a pie. Tiene una sucursal de los almacenes británicos Harrod’s y una tienda itinerante de Rolls-Royce, que a eso de la una de la madrugada está llena de asiáticos, vestidos de jubilados californianos, probando los míticos coches ingleses. Mientras degustan una cajita de caviar con cuchara de nácar se enteran de que pueden elegir hasta los pespuntes de los asientos y que todo su coche se creará a mano: la única máquina que actuará sobre su vehículo será la que pinte la carrocería. Aparte de eso, serán artesanos los que les fabricarán un coche a su medida y a su gusto. Hasta tal punto un millonario puede dar rienda a sus caprichos, que puede pedir que su Rolls sea del mismo color de sus ojos. Disponen de un muestrario con 44.000 colores, pero si al millonario le gusta la piel de su mascota o el rojo de los labios de su mujer, no hay problema, su coche lucirá ese tono exacto. Los artesanos pueden emplear varios meses en dar con el color exacto, pero lo conseguirán.


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