
La vida de Miguel Bosé en Panamá es lo suficientemente tranquila como para no preocuparse de que sus cuatro hijos pierdan el anonimato, algo que temía que sucediese en España. Lleva afincado allí desde finales de 2014 y su amplia casa de Costa del Este –uno de los barrios más lujosos de la capital panameña– es casi un búnker, alejado de miradas anónimas. Se impide el paso a la urbanización a cualquier persona que no acredite un motivo veraz para acceder a la zona. La seguridad es lo que buscaba el cantante. Cada proyecto residencial tiene su vigilancia privada y las avenidas son patrulladas por la Policía Nacional, que tiene su propia estación en el área de los servicios públicos de la zona. Los paparazzi ni se asoman por allí, lo que ha sido uno de los motivos por los que el cantante decidió irse de España, porque su intención es que sus hijos crezcan en un ambiente alejado de los flashes. En Costa del Este se le ve diariamente en el parque jugando con sus niños: Diego, Tadeo, Ivo y Telmo, nacidos mediante la contratación de vientres de alquiler.